Testimonios de nuestras (ellas) paramédicos en Gaza

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“Miré hacia las estrellas para intentar entender lo que estaba sucediendo. Me dije: hoy es viernes y debería estar con mi familia haciendo Kidush, o de viaje en México, pero sin embargo estoy en Gaza, sirviendo en la reserva. Tal vez esto es lo que tenía que suceder. Tal vez yo tenía que estar aquí para curar salvar éstas vidas, las vidas de mis compañeros de batallón”.

Ellas son cuentas mujeres que entraron a la Franja de Gaza durante la incursión terrestre como parte la Operación Margen Protector. Su misión allí, era una de las más esenciales de todas: curar y salvar a los soldados heridos en combate.

En sus pensamientos, todavía resuenan los gritos de dolor, imágenes de sufrimiento y deseos de una pronta rehabilitación para los soldados que todavía se encuentran en tratamiento. Pero más que nada, ellas piensan en aquellos que no pudieron salvar, aquellos que no sobrevivieron.

“Necesito un paramédico”

La sargento Yonat Daskal de 23 años, se liberó de las FDI luego de tres años y medio de servicio como paramédico en la Brigada Nahal. Ella disfrutaba de un largo viaje por sudamérica, hasta que en julio, poco tiempo después de llegar a la Ciudad de México, recibió varios mensajes de sus compañeros del ejército informándole de que algo grande estaba sucediendo“Cambié la fecha de mi vuelo y regresé a Israel. Cuando llegué a mi casa, me enteré que había sido llamada a la reserva del ejército, pero mi madre no me lo había dicho. Ella admitió que por primera vez, estaba feliz de que no estuviese en Israel. Pero su felicidad no duró tanto como ella hubiese querido”.

Daskal aterrizó en el Aeropuerto Internacional Ben Gurión un día después de que las fuerzas terrestres se incursionaran en Gaza. “Me uní a un escuadrón de combatientes. Entramos a pie y marché con ellos cargando todo mi equipo médico: casco, chaleco antibalas y mi rifle. La caminata no fue fácil, hubo momentos en los que realmente sentía que perdía el aliento”.

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Pero ese era solo el comienzo: una vez dentro de la franja, los desafíos para Daskal no cesaron.“Una de las noches oímos una cantidad sorprendente de estallidos. Dijeron por la radio que tres misiles antitanque habían sido disparados contra nuestras fuerzas y que uno de los soldados se encontraba gravemente herido. Luego de un par de segundos, nos notificaron que había muerto”.

“Enseguida después de eso, comenzamos a recibir más y más reportes sobre otros incidentes y varios soldados heridos. Seguido de un terrible silencio, se escuchó por la radio un grito diciendo: “Necesito un paramédico”.

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“Mientras tanto, los soldados ponían a los heridos en camillas y los traían hacia nosotros que nos encontrábamos entre dos edificios. Por encima de nosotros, volaban balas. Me encontré a mi misma vistiendo el chaleco antibalas y mi equipo médico, corriendo de un soldado herido a otro, revisándolos y curándolos”.

“El primer soldado que llegó a mi, gritaba de dolor. Una de sus manos estaba casi completamente separada de su cuerpo y gritaba “he perdido la mano”. Rápidamente le hice un torniquete y le prometí que todo estaría bien. Luego llegó un segundo soldado herido por esquirlas en su pecho, seguido por un tercero quién sufría de una grave herida en su pierna y un cuarto que llegó con esquirlas en los ojos. Recuerdo ver lagrimas caer por sus mejillas y me dí cuenta de que sentía mucho dolor, pero se rehusó a que lo atendiera. “Atiende a mis soldados primero, luego puedes encargarte de mí” dijo él. Recuerdo haber estado muy conmovida por sus palabras y pensé en la amabilidad y valentía de su acto”.

“Él fue fuerte y tenía el cuerpo de un luchador”

La sargento. Noam Dan, entró en Gaza durante la operación Margen Protector con los soldados del Cuerpo de Blindados, con quien hace la reserva.

Tanque

“En el quinto día de la operación terrestre, dijeron por la radio alguien había resultado herido por disparos de francotiradores. Condujimos en el tanque hacía él y vimos a un soldado herido cuyo rostro estaba pálido, acostado en la camilla. El médico que lo trató había dicho que el francotirador le disparó en la zona cerca de su corazón y que había perdido el pulso.

Revisé su pulso y no sentí nada. Me dije a mi misma que él tenía que encontrarse bien y que estaría visitándolo en el hospital pronto, empecé a darle un masaje cardíaco. Fue lo más difícil que he hecho en mi vida. Mientras el tanque seguía en movimiento yo estaba masajeando su corazón. Recuerdo decir que sin importar que, no iba a parar hasta recibir una señal de vida.

En cierto momento me di cuenta de que nuestros esfuerzos de reanimarlo no funcionaban, y sin embargo no podía parar, le pedí al conductor ir lo más rápido posible. Cuando llegamos, el doctor pronunció su muerte.

Allí fue cuando me derrumbé. Él puso en peligro su vida por mí, por nosotros. Me acosté al lado de él y lloré. Ahora, cuando hablo de él, puedo ver su rostro pálido delante de mí, sentir el frío de su cuerpo y recordar que él fue fuerte y tenía el cuerpo de un luchador.”

El momento más duro: la salida de Gaza

La Sargento Primero Tal Shahar, sirve como reservista en la unidad de operaciones encubiertas de la Policía fronteriza israelí. Durante la operación Margen Protector se unió a Maglan, una unidad de fuerzas especiales israelí y entró a la Franja de Gaza junto con ellos. A diferencia de otros soldados, ella se negó a escribir una carta de despedida a sus seres queridos en caso de que no regresara: “Puse una fotografía de mi novio al lado de la placa de identificación y sentí que eso me dio fuerza”.

“Uno de los días dentro de Gaza, escuchamos una gran explosión. En tres minutos llegué con un paramédico a un hospital que contenía explosivos. Allí se encontraba un soldado seriamente herido, cuya mano fue parcialmente amputada y ambas piernas heridas. Estaba completamente cubierto de esquirlas.

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Él nos dijo que él no podía sentir sus piernas y le prometí que todo iba a estar bien. Había muchos allí que habían sufrido lesiones por la explosión y estaban sangrando mucho. No pensé en mí, simplemente hice lo que tenía que hacer: reanimación, estabilización y evacuación hacia un área relativamente protegida.

“El momento más duro fue cuando nos fuimos de Gaza y vi fotos de aquellos que habían sido asesinados. Uno de ellos de 20 años de edad, que yo había luchado por salvarle la vida. Entonces pienso, ¿qué es lo que estaba haciendo él allí? Y la respuesta es clara. Estaba combatiendo para que su familia y la mía puedan volver a vivir en tranquilidad“.

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