Israel desde un drone: Mar de Galilea ים כינרת
Jerusalem desde un drone
El mar muerto desde un drone
El fanatismo y el Holocausto
El autor de este mensaje es el Dr. Emanuel Tanay, 1928-2014, judío sobreviviente del Holocausto, y conocido y muy respetado psiquiatra forense radicado en los EUA.
Un hombre, cuya familia pertenecía a la aristocracia alemana antes de la Segunda Guerra Mundial, fue propietario de una serie de grandes industrias y haciendas. Cuando se le preguntó ¿cuántos de los alemanes eran realmente nazis?, la respuesta que dio puede guiar nuestra actitud hacia el fanatismo.
«Muy pocas personas eran nazis en verdad» dijo, «pero muchos disfrutaban de la devolución del orgullo alemán, y muchos más estaban demasiado ocupados para preocuparse. Yo era uno de los que sólo pensaba que los nazis eran un montón de tontos.
Así, la mayoría simplemente se sentó a dejar que todo sucediera. Luego, antes de que nos diéramos cuenta, los nazis eran dueños de nosotros, se había perdido el control y el fin del mundo había llegado. Mi familia perdió todo. Terminé en un campo de concentración y los Aliados destruyeron mis fábricas…
Se nos dice que la gran mayoría de los musulmanes sólo quieren vivir en paz. El hecho es que los fanáticos dominan el Islam, tanto en este momento como en la historia. Son los fanáticos los que marchan. Se trata de los fanáticos los que producen guerras. Se trata de los fanáticos los que sistemáticamente masacran cristianos o grupos tribales en África y se van adueñando gradualmente de todo el continente en una ola islámica. Estos fanáticos son los que ponen bombas, decapitan, asesinan. Son los fanáticos los que toman mezquita tras mezquita.
Fanatismo: apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones, especialmente religiosas o políticas.
Se trata de los fanáticos los que celosamente difunden la lapidación y la horca de las víctimas de violación y los homosexuales. Se trata de los fanáticos los que enseñan a sus jóvenes a matar y a convertirse en terroristas suicidas. El hecho cuantificable y duro es que la mayoría pacífica, la «mayoría silenciosa» es intimidada e imperceptible.
La Rusia comunista estaba compuesta de los rusos, que sólo querían vivir en paz. Sin embargo, los comunistas rusos fueron responsables por el asesinato de cerca de 50 millones de personas. La mayoría pacífica era irrelevante
La enorme población de China era también pacífica, pero los comunistas chinos lograron matar la asombrosa cifra de 70 millones de personas.
El individuo japonés medio antes de la Segunda Guerra Mundial no era un belicista sádico. Sin embargo, Japón asesinó y masacró, en su camino hacia el sur de Asia Oriental, en una orgía de muerte que incluyó el asesinato sistemático, a 12 millones de civiles chinos, la mayoría muertos por espada, pala y bayoneta.
Y, ¿quién puede olvidar Ruanda, que se derrumbó en una carnicería?… ¿Podría no ser dicho que la mayoría de los ruandeses eran amantes de la paz?
Las lecciones de la historia son con frecuencia increíblemente simples y contundentes. Sin embargo, a pesar de todos nuestros poderes de la razón, muchas veces perdemos el más básico y sencillo de los puntos: Los musulmanes amantes de la paz se han hecho irrelevantes por su silencio. Los musulmanes amantes de la paz se convertirán en nuestro enemigo si no se pronuncian, porque al igual que mi amigo de Alemania, se despertarán un día y encontrarán que los fanáticos los poseen, y el fin de su mundo habrá comenzado. Los alemanes, amantes de la paz, japoneses, chinos, rusos, ruandeses, serbios, afganos, iraquíes, palestinos, somalíes, nigerianos, argelinos, y muchos otros han muerto a causa de que la mayoría pacífica no se pronunció hasta que fue demasiado tarde.
En cuanto a nosotros, que somos espectadores ante los eventos en desarrollo, debemos prestar atención al único grupo que cuenta: los fanáticos que amenazan nuestra forma de vida.
Por último, cualquiera que duda de que la cuestión sea grave y elimina este mensaje sin reenviarlo, está contribuyendo a la pasividad que permite a los problemas expandirse. Por lo tanto, entiéndete un poco a ti mismo y envía esto una y otra vez!
Esperemos que miles de personas, en todo el mundo, lean y piensen sobre este tema antes que sea demasiado tarde.
Profesora Claude Benoit
Facultad de Filología
Departamento de Filología francesa
Blasco Ibáñez 32
46010 – Valencia – España
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Empresa israelí desarrolló un sistema de vendaje que detiene hemorragias severas en pocos minutos
De acuerdo a Yuval Yaskil, dueño y CEO de Core Scientific Creations (CSC), la venda llamada WoundClot, no solo detiene las hemorragias en pocos minutos – sin tener que aplicar presión sobre la herida – sino que además mejora el proceso natural de la coagulación de la sangre.
«Las hemorragias severas e incontrolables son la principal causa de muerte en el campo de batalla», explicó Yaskil. «Mientras que el protocolo tradicional para tratar estas heridas incluye aplicar presión en la zona para detener el sagrado y trasladar al paciente al hospital,Yaskil afirmó que en algunos casos como las heridas causadas por puñal o traumas craneales, la presión no funciona.
Es por eso que WoundClot fue diseñado químicamente para detener las perdida de sangre, mejorar el proceso de coagulación mientras mantiene la estabilidad del paciente por 24 horas.
«Nuestro producto es único porque es el único producto del mercado que no requiere aplicar compresión en la herida siendo también el único que es bioabsorbible. Esa es nuestra patente», aseguró.
La mente maestra detrás del WoundClot es el Dr. Eliyahu Shani Gross, vicepresidente y director de tecnología de CSC, quien explicó que la estructura química única del producto permite la absorción de grandes cantidades de líquidos sin desintegrarse.
«Cuando está expuesto a líquidos, el producto empieza a absorber la enorme cantidad de sangre que luego se convierte en gel», explicó. «La estructura molecular especial permite que la sangre permanezca activa, para ayudar a la coagulación de la herida y detener la hemorragia», agregó.
Actualmente, CSC está proporcionando WoundClot a las unidades de la policía y el ejército israelí, así como su venta a los hospitales, donde el tratamiento de la hemorragia consume tiempo y productos caros en la sala de emergencias u
operación.
WoundClot cuesta menos de 10 dólares por vendaje y hasta 100 dólares para productos quirúrgicos de mayor tamaño. Si bien este nivel de precios está dentro de la gama alta del mercado, Yaskil dijo que el vendaje puede sustituir a otros productos o procedimientos que cuestan hasta miles de dólares.
Israeli veganism takes root in land of milk and honey (en)
25 January 2016
From the sectionMiddle East
On a typical evening at Nanuchka, a popular Georgian restaurant in the middle of Israel’s bustling Tel Aviv, music fills the air and alcohol flows freely.
Until a few years ago, Nanuchka was just a conventional Georgian pub serving traditional food like khachapuri, a cheesy bread, and khinkali, a meat-stuffed dumpling.
But then Nana Shrier, the flamboyant owner of the venue, where the walls are adorned with erotic art, became a strict vegan – in what is said to be the most vegan country in the world per capita.
She decided to convert her entire restaurant to a meatless and dairy-free establishment despite being advised against it by friends and business colleagues.
Israelis are flocking to it – and business is more successful than ever.
For vegans, everything derived from animals is off-limits. Similar to – but stricter than – vegetarians, vegans do not eat eggs and cheese, or drink milk, and in some cases even avoid honey. Leather, wool and silk are also avoided.
Sitting at Nanuchka, eating a meal of vegan tsatsivi (where cauliflower is substituted for chicken), Nana says that consuming animals is both inhumane and unhealthy.
«I don’t like it,» she explains, scrunching her nose in disgust. «I feel the body of the animals in the steak, I feel the animal in the fillet, and the blood. I don’t like it so much.»
Nana argues there is another benefit to veganism as well.
She says that sometimes, after eating a large steak, or a cheeseburger, for example, people can feel tired and lethargic.
«When you eat vegan food, you have a lot of energy to do very good and nice things,» she says with a coy smile.
When asked if she is implying that vegans have a better sex life than their meat-eating counterparts, she laughs heartily and says, «of course!»
Vegan soldiers
Veganism has become so prominent in Israel that the Israel Defense Forces (IDF) has started catering to followers in its ranks by offering vegan-friendly ration packs, non-leather boots and wool-less berets.
From an army base in southern Israel, Cpl Daniella Yoeli says the food is not exactly worth writing home about but she is happy to have the option of eating couscous and lentils over schnitzel and schwarma.
She has always loved animals, she explains, and became a vegetarian as a child, converting to veganism only recently.
Her diet is so important to her that had the army not been able to provide conditions that had harmed no living creatures, she might not have enlisted in a combat unit where she would not have been able to provide her own food.
While a vegan combat soldier might seem contradictory, Yoeli politely disagrees.
«In Israel, in the army, what we do in our service is defend the citizens, so I don’t think it’s a paradox, » she says, M-16 rifle slung over her shoulder.
«Like I want to defend animals, I want to defend people, so this is why I’m in combat and this is why I’m in the army.»
‘Species revolution’
According to Omri Paz, the head of the Israeli organisation Vegan Friendly, 5% of Israelis are vegan and the number is growing. Israel boasts some 400 vegan-friendly restaurants, including the world’s first vegan Domino’s Pizza.
Mr Paz attributes the rise of veganism here to a YouTube video by US animal rights activist Gary Yourofsky, which garnered millions of hits worldwide, and more than a million in Israel alone, a lot for a country of only some eight million people.
Mr Yourofsky lectures about the cruelty of the meat industry and, controversially, compares the treatment of animals to the Nazi Holocaust.
Omri Paz says he watched the video and did not leave his room for a week. He says this is the civil rights issue of our century.
«Just like 300 years ago, blacks weren’t equal to whites and that changed with time, and then 100 years ago with the women’s revolution, so I think now, the 21st Century, is the animal species revolution,» he says.
«Treating them not as humans, but not as slaves.»